El germoplasma es un recurso natural valioso cuya preservación permite mantener de manera eficiente colecciones de organismos vivos ex situ, además, proporciona conocimiento sobre la composición genética de una especie. El germoplasma vegetal incluye semillas y polen, esporas de helechos y briófitos, yemas, cultivos in vitro y plantas vivas. Las estrategias de protección del germoplasma no sólo implican rescatar especies vegetales amenazadas de extinción, sino que también ayudan a preservar especies y variedades de interés taxonómico, ecológico o económico. Para aprovechar eficazmente los recursos genéticos, es fundamental desarrollar protocolos rigurosos de recolección, almacenamiento, análisis del comportamiento ecofisiológico, documentación e intercambio. Los cultivos de crecimiento lento, la criopreservación, los bancos de semillas, polen y ADN y las colecciones de planta viva son algunas de las técnicas de conservación de germoplasma que se están empleando. Sin embargo, la conservación ex situ de especies silvestres plantea desafíos, como la pérdida de procesos evolutivos y el riesgo de erosión genética en favor de los genotipos mejor adaptados a las condiciones que se platean fuera del ámbito natural. Por otra parte, la adaptación al cambio climático en cualquier fase de la planta, ya sea por las nuevas condiciones ambientales o para conseguir variedades que requieran menos recursos, supone un reto en cuanto a las estrategias de selección de genotipos de especies amenazadas, así como de material vegetal de interés agrícola u ornamental.